martes, 14 de agosto de 2007

LAS HISTORTIAS DE LUISA-

Los bebes y los Reyes Magos. Hasta los nueve años Luisa no fue al colegio. Las niñas del pueblo si bien la querían porque era simpática y buena niña, no dejaban de decir que era “payesa” o sea, según ellas un poco ignorante. Todas las niñas de ocho años para arriba sabían de sobra de donde venían los niños, pero Luisa no lo sabía. Cuando sus amigas se lo contaron, ella puso cara de sorpresa, o mejor de incredulidad. - Luisa, tú sabes ¿de donde vienen los hermanitos? - Pues claro, los trae la cigüeña. - Ja, ja, ja, la cigüeña. Serás tonta. - No, chica no, que me lo dijo mi padre. - Y tú no sabes que todos los padres mienten. - Eres muy mala, y mentirosa, los padres nunca mienten y a mi me castigan si yo miento, dicen que está muy feo mentir. Ya no tenia a su amiga imaginaria, pero estaba preocupada porque ahora no tenia con quien hablar; y esas amigas del cole no eran de fiar, contaban unas barbaridades imposibles de creer, pero su tía no le aclararía nada por mucho que se lo preguntara; pues parecía que le diera vergüenza de hablar de niños, Luisa no podía entenderlo con lo bonitos que son los niños. En el colegio las aulas estaban divididas en tres grupos, los niños, las niñas y los parvularios. Lo que mas le extrañaba a Luisa era que los profesores, siempre decían que los niños y las niñas no debían estar juntos que era un peligro moral. No entendía lo que era moral, pero no podía ser muy bueno si obligaba a separar los niños de las niñas; ella había estado siempre rodeada de niños, pues todos sus hermanos eran niños, (bueno ahora hombres) y nunca había pasado nada. Ella se entendía mucho mejor con los niños que con las niñas, estas eran caprichosas, mentirosas y tontas. A la hora del patio casi siempre se quedaba dentro de la clase para leer algún libro; ya que le habían reñido mas de una vez por jugar al fútbol con los chicos ella era la única que se saltaba a la torera la prohibición de jugar con los niños y a estos les hacia gracia el desafío y la aceptaban como a uno mas del grupo. Sus mejores amigos eran Antonio de catorce años, Andrés de trece y Papo ce once, para no ser castigados se hacían los desconocidos en el colegio, pero muchas tardes se reunían para estudiar o divertirse. Llegaron las fiestas de Navidad, y Luisa no bajo al pueblo, porque la nieve había bloqueado el camino, pero las fiestas habían terminado y empezaba de nuevo el colegio y pese al frío ni podía ni quería faltar, le gustaba aprender y porque no decirlo echaba de menos a sus amigos; y también quería enseñarles la pelota de reglamento y le trajeran los Reyes. Ya en clase sus compañeras se rieron de ella por dos motivos. - Luisa, ¿los reyes de tu casa son ciegos? - Que tontería estas diciendo, es que ¿estás fiestas te hicieron más tonta de lo que ya eras? - No guapa, no, pero las pelotas son juguetes de niños. - Los reyes saben de sobra lo que le gusta a cada niño, y saben que a mi me gusta jugar a la pelota. - Pues claro que lo saben, porque los reyes son los padres. - Eso es mentira, ya te dije que eres una mentirosa. - Si, y tu, una ingenua; el Papa Noel es mentira, los reyes son mentira, el ratoncito Pérez es mentira, y que los niños los trae la cigüeña también es mentira. - Muy segura estas tu de lo que dices, pues demuéstralo. - Obsérvalo tú y te darás cuenta, sobre todo con los niños, porque salen de la tripa. ¿Porque crees que las mamas van al hospital, para que el doctor les saque el niño? Como podía aquella niña en tan breve espacio de tiempo acumular tantas y tantas mentiras; forzosamente tenia que estar mal de la cabeza. CONTINUARA---