LA REJA.
Quando tiraron la casa
no me emocioné siquiera.
El progreso es el progreso
y había que hacerla nueva.
Yo recordaba aquel patio,
cuajadito de macetas,
con sus arcos y columnas
y su paredón con hiedra;
sus barcones señoriales
y aquella vieja escalera
de madera carcomída
que llevaba a la azotea.
Todo estaba en los escombros;
pero, al ver aquella reja,
la que daba a la otra calle
justo aliado de la puerta,
algo se quebró en mi pecho;
y mirándola con pena
quise habermela llevado
sin que nadie lo supiera.
y la recordé, ¿tu no?
Vi mis veinte primavera ...
a ti, llegar sonriendo
y en los ojos dos estrellas.
Tus manos, morenas, fuertes,
aferradas a la verja
acariciando las mías
como palomas inciertas;
y en los hierros, ¡cuantos besos,
ilusiones y promesas ... !
aquella reja fue algo
que nos unió con más fuerza.
Si alguna noche hacía frío,
me apretabas con tibieza.
Ella estaba entre nosotros
y ni nos dábamos cuenta.
Se fundía en el calor
de nuestras almas sedientas.
Si estábamos enfadados,
ella era la barrera
que ponía punto final
a todas nuestras querellas.
Alguna lágrima mía
en sus barrotes muriera,
y más de un suspiro tuyo
en sus hierros se hizo queja.
Por eso cuando la vi
igual que una cosa muerta,
entre cascotes y escombros,
sentí dolor y verguenza.
¡No era como las otras!
¡esa era nuestra reja!
Fojadas con nuestros besos,
con caricias y promesas
testigo de un amor puro,
silenciosa, firme, férrea.
¡No era como las otras!
¡¡Esa era nuestra reja!!
1 comentario:
Gracias
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